Desigual pone el foco en el diseño joven hispano

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Una fenomenal época dorada en los años 2000, musas icónicas como Adriana Lima y luego… un intenso vapuleo en las redes sociales. Seamos claros, Desigual lleva mucho tiempo dividida. Los juegos de colores vivos, las sobredosis de estampados y los cortes atípicos mitigan las opiniones de los fashionistas.

Pero, contra todo pronóstico, es posible que el viento cambie de dirección. Ahora adorada por la modelo de moda Clara Berry, la marca también colabora con todo un plantel de jóvenes talentos hispanos como Miranda Makaroff, María Escoté o Estéban Cortazar. Todo lo cual es bueno para una cura de rejuvenecimiento… y el bombo.

Desigual, ¿todo o nada?

Si algo podemos decir de la marca Desigual es que nunca ha dejado indiferente a nadie. En los años 80, en la isla que nunca duerme: Ibiza. El diseñador suizo Thomas Meyer, de apenas 20 años, personaliza y pinta camisetas que vende a los veraneantes en plena fiesta. En el año 84, ya adoptó el upcycling al crear una exitosa chaqueta: una semibomber de patchwork hecha con un viejo stock de vaqueros. Lo llamó «Desigual» o «pas pareil» en francés. Se lanza la historia y nacen las singulares colecciones con tejidos multicolores. ¿El objetivo de la marca? Celebrar la diversidad y la creatividad. Los jóvenes en busca de individualidad y de piezas extravagantes se apresuran a los numerosos puntos de venta que se establecen desde España hasta los 4 rincones del planeta.

El diseñador llegó a obtener la licencia de Disney y pudo así colocar el famoso ratón Mickey o el pato Donald en sus creaciones. Desigual avanza como un electrón libre y se emancipa de las tendencias para proponer una moda alegre y sin complicaciones. Pero esto no es del gusto de todos. Mientras la tendencia normcore se abre paso, adoptada por todas las it-girls, el inconformismo de Desigual da en la diana. Hasta el punto de que algunos lo consideran «intrascendente», incluso en el colmo del mal gusto. Aparecieron grupos de Facebook como «fuck desigual», mientras que los chistes se sucedían en Twitter hasta convertirse en memes. ¿La más famosa? «Mi hija vomitó en mi camiseta Desigual. No hay manera de saber dónde». La reputación de Desigual se vio entonces empañada por un monumental varapalo. Y si la afición se resiste, aún hará falta más para que la marca española se levante.

Un giro de 360º

En 2015, la marca inició un verdadero plan de reestructuración: el logotipo, la imagen de marca y la distribución debían ser más modernos. La marca busca recuperar a los millennials, pero sobre todo, dar una mirada a la generación Z. En 2017, contrató al famoso artista Jean Paul Goude para que asumiera la dirección artística. Desigual edita colecciones con el respetado Christian Lacroix y luego reinterpreta sus clásicos, como su icónica bomber de denim con parches de Mickey. Firma, de paso, a la joven parisina de moda Clara Berry como perfecta musa 2.0. En 2019, Jean Paul Goude termina su colaboración pero Desigual contrata a un nuevo director de marketing. Guillem Gallego está lejos de ser un novato. Pasó 14 años en Nike y conoce bien los retos del sector. ¿Tendrá finalmente el sello español interés en apostar por la joven creación aclamada por Tik-Tok?

Ni uno ni dos, comienza en 2018 su colaboración con la instagramer y pintora Miranda Makaroff. La singular feminista deja su huella colorista y política en varias colecciones que diseña con audacia. Las piezas son de una frescura sin precedentes y se ofrecen como gamas eco-responsables. ¿La última? Una línea de otoño-invierno hipergráfica que incluye tops de malla de cuello alto y conjuntos de denim en blanco y negro. La marca se consolida poco a poco como mecenas de los nuevos talentos españoles.

En 2020, repitió la experiencia, esta vez con la popularísima diseñadora María Escoté en el punto de mira. La mujer que viste a Rosalía, Zendaya y hasta a la reina Beyoncé ha creado una colección con cortes de calle que se ajustan perfectamente a la tendencia. Los motivos florales maximalistas están presentes, así como las inspiraciones manga. Hace unas semanas, una segunda colaboración con el diseñador barcelonés arrasó en la red: aún más fashy, más conceptual y esta vez, bajo el signo de la serpiente.

Para no ser menos, el verano de 2021 también contará con una alianza con el diseñador colombiano Esteban Cortázar. Llamada «Cada día es para siempre», la cápsula se inspira en la adolescencia del diseñador en Florida y retoma la obra de su padre Valentín Cortázar «El beso». ¿El resultado? Las piezas gráficas transmiten las vibraciones de Miami Beach en los años 90-2000, una época liberadora para la cultura de los clubes LGBT. Otra buena manera de que el sello español recuerde su posicionamiento inclusivo y arty, como en los primeros tiempos.

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