Insta, Snapchat, TikTok… ¿dime quién es la más guapa? Al igual que el movimiento «Body Positive», cada vez más celebridades rechazan los dictados de la belleza estandarizada y se liberan del uso de filtros, considerados peligrosos para la salud mental.
Piel alisada, pómulos realzados, ojos agrandados, boca pulposa y nariz especialmente afinada: esto es lo que nos imponen los filtros de «belleza» estandarizados, utilizados masivamente en las redes sociales, cada vez que abrimos la aplicación. Tanto es así que, en los últimos años, han sido la causa de un aumento del número de intervenciones quirúrgicas entre los jóvenes y, lo que es más grave, tienen un impacto especialmente dañino en la autoestima y la salud mental.
El pasado 10 de agosto, en un breve aparte, la famosa youtuber francesa Léna Situations anunció en sus vlogs de agosto que quería desprenderse de los filtros de Instagram, como su amiga e influencer Style Tonic, que recientemente celebró un año sin filtros. ¿La razón? La necesidad de aparecer en su verdadera luz sin tener una imagen sesgada de sí mismos, tan peligrosa para ellos como para su comunidad. En julio, después de Reino Unido y España, el gobierno noruego aprobó una ley que obliga a influencers y anunciantes a informar de cualquier uso de una foto retocada en Instagram y otras redes sociales. ¿Vamos por fin hacia un mundo menos resbaladizo?
Uso tanto el filtro de pecas en insta que cuando me veo en el espejo me sorprende no tenerlas – the instagram lady
(@lenasituations) 24 de marzo de 2020
¿Asumir responsabilidades y quererse a sí mismo tal y como es se ha convertido en el nuevo mantra de la generación Z? El camino que queda por recorrer es aún largo, según algunos estudios realizados en todo el mundo. En 2020, la organización británica GirlGuiding analizó el impacto del uso de filtros en línea en las jóvenes. ¿El resultado? El 48% de las jóvenes (de 11 a 21 años) afirmó que utiliza habitualmente aplicaciones o filtros para mejorar su imagen en Internet, mientras que el 39% dijo que le molestaba no parecerse a sus fotos retocadas. Está claro que sigue existiendo un círculo vicioso. Es entonces cuando entran en juego varios movimientos y legislaciones para intentar reducir el fenómeno.
Es el caso, en particular, del nacimiento del hashtag #Filterdrop, lanzado por la maquilladora y modelo fotográfica británica Sasha Louise Pallari en 2020. Esta campaña invitaba a los usuarios a publicar fotos naturales para desacreditar la «perfección» y la mentira perpetua que anima a los consumidores a comprar cosméticos bajo la apariencia de imágenes filtradas. Fue esta misma campaña la que convenció a la Advertising Standards Authority del Reino Unido de prohibir el uso de filtros engañosos para cualquier anuncio comercial publicado a través de Instagram.
El pasado mes de mayo, fue la tiktokeuse @toridawn817 quien denunció a la red social TikTok por activar automáticamente un filtro que cambiaba la forma de su cara sin su permiso. El deseo de la aplicación de «embellecer» a sus usuarios fue totalmente desmentido por la empresa, que posteriormente eliminó el efecto con el pretexto de un problema técnico. Si este mundo ilusorio ha sido juzgado más de una vez como peligroso para el bienestar de los adolescentes en su construcción de la identidad, las numerosas iniciativas contra él sugieren, sin embargo, una conciencia alentadora.